Museo del Louvre

Aparte de las obras mundialmente famosas, como la Mona Lisa, la Venus de Milo y la Victoria alada de Samotracia, el museo alberga piezas que abarcan múltiples épocas y civilizaciones. Los esclavos, de Miguel Ángel, y La encajera, de Vermeer, son algunas de las obras en exposición de artistas de renombre, mientras que La Libertad guiando al pueblo puede ser una imagen conocida, a pesar de que el nombre de su creador, Delacroix, no es tan popular. No olvides reservar tiempo para recorrer la sección de Egipto para ver La europea, un retrato de una momia, en el ala de Denon. Un poco menos conocida, pero igual de interesante, es la colección de obras de África, Asia, Oceanía y de las Américas. Si quieres echar un vistazo a un antiguo palacio asirio, visita el patio de Jorsabad, pero si quieres más detalles sobre el pasado opulento de Francia, el Gran Salón y el salón teatro son magníficos ejemplos del mobiliario del Segundo Imperio francés. En cambio, las joyas de la corona francesa se encuentran en la dorada Galería de Apolo.

Con unas 35 000 obras en exposición, y aumentando, ya que se adquieren cientos de piezas cada año, hay mucho que ver. Una de las mejores formas de aprovechar la visita al Louvre es con una entrada sin colas. Si la combinas con una visita guiada, podrás moverte más eficazmente y ver la colección apreciando más detalles. También se ofrecen visitas específicas, como para profundizar en el arte italiano o para conocer los misterios y asesinatos del museo. Si vas a primera hora, podrás ver las obras principales cuando hay menos gente y continuar con otras exposiciones menos populares cuando las multitudes empiecen a rodear la Mona Lisa.

Cualquier visita de menos de 3 o 4 horas solo te dará una visión general de los tesoros del Louvre. Podrás aprovechar todo el día si reservas una visita guiada por la mañana, antes de hacer una pausa para comer en alguna de las cafeterías del museo. Algunos de los restaurantes ofrecen vistas a la pirámide y tienen balcones abiertos. Después, podrás pasar la tarde siguiendo tu brújula interna para curiosear por las secciones menos frecuentadas del Louvre. Incluso muchos visitantes vuelven al día siguiente.

El Louvre suele estar menos concurrido a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Como los viernes abre hasta las 21:45, la tarde es buen momento para visitarlo.

La relación de Francia con la monarquía ha sido bastante inconsistente, pero eso no significa que las joyas de la corona francesa no ocupen un lugar de honor en el Louvre. Se encuentran en la lujosamente decorada y dorada Galería de Apolo y son los restos de una colección acumulada durante siglos. La galería fue encargada en la década de 1660 por Luis XIV, el Rey Sol, que tomó el nombre de Apolo, el dios griego del Sol. La decoración no se completó hasta la década de 1850, cuando Delacroix pintó un fresco de 12 metros de ancho en el techo, Apolo matando a la serpiente Pitón. El gobierno republicano francés vendió la mayoría de las joyas en la década de 1880, conservando solo las más significativas para exponerlas en la Galería de Apolo, como el diamante Regente de 140 quilates y las coronas de Luis XV y Napoleón. También se expone una colección de vasijas de piedra dura talladas con minuciosidad a partir de minerales preciosos, como la amatista, el jade y el cristal de roca. Sin embargo, un tesoro real clave es el cetro de Carlos V, del siglo XIV, con su inmaculada estatuilla de Carlomagno, situado en el ala Richelieu.